lunes, 11 de junio de 2012
UNA FOTOGRAFIA QUE DIO LA VUELTA AL MUNDO
SILVANA MANGANO
Pasado el impacto del Neorrealismo que tan buenos dividendos había proporcionado al cine italiano de la posguerra, los productores y directores del país no podían dejar escapar una oportunidad que los había vuelto a colocar en la primera linea del cine mundial, lugar que habían perdido durante el periodo fascista y que no estaban dispuestos a desaprovechar. Las películas realistas, de poco presupuesto e indiscutible valor artístico y documental, habían recibido una gran acogida en el extranjero, para una de ellas, Ladrón de bicicletas se creó el oscar de habla no inglesa, pero no acababan de gustar dentro de un país que venía de salir de una guerra en la que no habían sido muy agraciados y no querían ver sus miserias reflejadas en ninguna pantalla de la que esperaban diversión, emocionarse y contemplar mujeres hermosas acompañadas de galanes a su altura.
Esto no era problema en un lugar donde el género abunda y los productores se lanzaron como fieras a los numerosos concursos de "misses" que pululaban por acá y por allá en busca de la presa que colmase sus deseos para convertirlas en estrellas y, si se portaban bien, incluso casarse con ellas y lanzarlas a la fama en el ancho mundo.
Así surgió el fenómeno que ellos mismos calificaron como de "magioratte" que, traducido más o menos literalmente, podría significar algo así como pechugonas. La primera de ellas y la que dio el primer "bombazo" fue Silvana Mangano cuyo lanzamiento en el primer título de lo que pasó a llamarse neorrealimo rosa, "Rizzo Amaro", encandiló al mundo con sus pantaloncitos ajustados, el sweter, más ajustado aun y aquellas medias negras que más que tapar incitaban al "pecado" en una época en la que el cine mundial, a excepción del francés al que los anglos consideraban casi pornográfico, se movía en unas aguas de pureza y castidad dignas de aparecer en la hoja parroquial del domingo.
El éxito fue inmediato e Italia empezó a exportar señoras de bandera que salían de todos los estudios, unas con más suerte, o méritos, otras con menos, se convirtieron en figuras internacionales y acabaron en la "Meca" donde en más de un caso no supieron aprovecharlas bien y terminaron destruyéndolas.
El caso de la Mangano es diferente en muchos aspectos, tras el primer impacto, le vino el espaldarazo definitivo con "Anna" un melodrama intenso dirigido por Lattuada que la convirtió a ella y al famoso "baiao" en el tema de conversación, y de otras cosas, del momento. Pero a ella no le gustaba el cine y lo hacía solamente para complacer a su marido, Dino de Laurentis, que sabía que una película que contara con su presencia era garantía de triunfo y así la fue colocando en proyectos internacionales. "Ulises", que el mismo producía, mientras la dejaba que se dedicara a parir, entre película y película y le dejara el paso libre a sus inmediatas rivales, que lo eran sobre todo entre ellas, la Lollobrigida y la Loren, mucho más dispuestas a comerse el mundo que se abría ante ellas.
Lo mismo en los arrozales del Po que con tocas monjiles, Silvana siempre fue exquisita y eso lo supo ver el maestro Visconti que la utilizó como el no va más de la finura en aquella presencia muda e inolvidable de "Muerte en Venecia". No tuvo necesidad de ir a Hollywood para ser universal, su marido le hizo títulos que competían con el monstruo y lo que es indiscutible es que pasará a la Historia del Cine como una de las presencias más fascinantes que esta haya producido.
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