martes, 19 de junio de 2012




                                                       PELICULAS MAGICAS

                                            BIENVENIDO MISTER MARSHALL

                                                      LUIS G. BERLANGA   1953


Dice la leyenda que se trataba de hacer una película "folclórica" para lanzar a una nueva estrella del género; es mucho suponer porque ni la productora caminaba por esos senderos ni el encargo se le hubiera hecho a Berlanga, habiendo como había otros muchos, mejores y peores, baratos y caros que se movían mejor en ese ambiente. Sí es cierto que en ella debutaba una chica que era "mona" y cantaba muy bien, que encabezaba el reparto y que aparece a lo largo de toda la historia, que canta varias canciones y que sus diálogos se limitan a poco más que los tópicos, "ozú"y "vaya". El resultado fue precisamente una irónica parodia de tales películas y bastante más.
              Porque aparte de constituir una crítica al bienintencionado plan de rescate, entonces era limosna, a la vieja Europa y una exposición, con toques de poesía rural inigualable, de la esperanza de los pobres, la película no deja, como suele decirse, títere con cabeza pues también sale ridiculizado el Western, la comedia rural y quien se ponga por delante.
               La galería de tipos es completa, para ello contaba Berlanga con unos actores, los nunca bien ponderados, por mucho que se haga, secundarios de entonces a los que casi no tenía que dirigir puesto que, aparte de su profesionalidad, estaban elegidos perfectamente y en consonancia con el personaje a interpretar.
              José Isbert y Manolo Morán son, al margen de todos sus valores, el alma de la película que no se puede concebir con otros interpretes lo que vuelve a demostrar que el cine es labor de equipo y que por muy autor que sea quien la hace, siempre ha de tener en cuenta que los que "dan la cara" son a la hora de la proyección, sus interpretes. En cuanto a Lolita Sevilla, podría haber sido cualquier otra tal vez, pero la chica tiene su encanto y una voz muy agradable lo cual es siempre mejor que lo contrario, teniendo en cuenta, además, que se trataba de parodiar pero no chabacanamente sino con buen gusto e incluso respeto.
              En definitiva, una pieza única que, curiosamente en un país que por no se sabe que tipo de complejo suele despreciar lo propio, es conocida y valorada por la gente de la calle que incluso, gracias a ello, sabe quien es Pepe Isbert.

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