martes, 5 de junio de 2012
EL CINE DE AVENTURAS
ROBIN HOOD (ALLAN DWAN 1922)
Ningún género cinematográfico es más importante que otro: todos tienen su propio público y sus seguidores; tal vez unos sean más populares que otros y entre estos se podría clasificar al que se conoce como de "aventuras" que a su vez incluye a otros como el "Peplum", el mismo western, que camina pos si solo, y el que se aquí se trata, conocido como de "espadachines" que ha producido tantos títulos repetidos hasta la saciedad y en muchos casos con pocas innovaciones.
Los temas suelen ser históricos o seudo históricos, basados en hechos reales o en leyendas noveladas que el cine maneja a su antojo con el propósito de contentar a un público que lo que busca en estos casos es simplemente un rato de diversión y ¿por qué no? imaginar por unos momentos que puede vivir las peripecias de los protagonistas que, sueño común desde que el mundo es mundo, suelen ser invencibles, enfrentándose a un número infinito de enemigos, ¿quien no los tiene? a los que vence con un solo rasguño que, como mandan los cánones, es curado por la princesa o cualquier otro honor, de turno.
Si la Historia ha sido siempre falseada por el cine, especialmente el americano, cosa que por otra parte ha hecho siempre la Historia misma y por intereses más aviesos, es mucho más permisible que se haga con la leyenda que ya de por sí consiste en mitificar un hecho que lo más probable es que no haya ocurrido, especialmente la del bandido generoso, constante romántica en todos los países, que convertido en un proscrito por la falta de justicia, se dedica a impartirla él, robando a los ricos para favorecer a las víctimas que provocan.
Ningún país, aunque tenga su personaje, tiene una industria cinematográfica tan poderosa como la americana y esta, que también los tiene y los ha explotado debidamente, prefiere indagar en la vieja Europa, mucho más "injusta" y preferentemente en la inglesa con la que, lógicamente, se compenetra más y que se presta más a ser "coloreada".
A Douglas Fairbanks, el protagonista de esta versión se le puede considerar como el creador del género y de todo un estilo que fue repetido y copiado por tantos actores estrella a lo largo de las siguientes décadas. Él creó todos los arquetipos, desde el Zorro al Pirata Negro, pasando por los mosqueteros, que fueron caramelo apetecible para estos actores desde Errol a Tyrone hasta el mismísimo Banderas o los Kostner o Crowe.
Sus películas, aun siendo firmadas por directores importantes a los que no se trata de restarles mérito, son auténticamente obras propias: el éxito lo acompañó desde un principio y eso le permitió controlar todo, desde el tema, la producción y el montaje final, algo no reprochable, teniendo en cuenta que de esta manera consiguió una obra maestra como "El ladrón de Bagdag", otro clásico revisitado, para la que contó con Raoul Walsh.
La historia, no hace falta decirlo, es excesivamente ingenua. No es que el público de entonces lo fuera más, es que el cine aun era muy joven y aun todo era novedoso sin haber una gran diferencia con la del 39 ni hecha olvidar por la "realista" de Ridley Scott que pretende hacer ceíble una historia que en su base es falsa.
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