sábado, 23 de junio de 2012
EL MELODRAMA
GUACHO LUCAS DEMARE 1954
Podría empezar con el tópico, manido además, de que el cine argentino es ese gran desconocido pero, ¿desconocido para quien? ¿para los que obedecen las ordenanzas del marketing y solo siguen aquello que este les dicta aunque renieguen de él? A esos no se les necesita porque entre otras cosas, al no tener una referencia a la que agarrarse, lo más probrable es que hicieran comentarios, si no callan, poco afortunados. Como cualquier cinematografía que ha sido prolífica y larga en el tiempo, el cine argentino cuenta entre sus obras con piezas maestras, normales, regulares y, como es natural, malas y lo mismo se puede decir de sus artistas, en todos los campos, entre los que también hay una amplia gama en la que caben todas las categorías.
Entre estos artistas, Lucas Demare es un director de abundante obra en la que se encuentra este melodrama intenso, más bien se le podría calificar de tragedia, bien realizado, con buenos actores y con ese ritmo necesario para que cualquier película resulte visible y se llegue al final con la agradable sensación de que se ha visto una obra interesante. Si la ambición de una comedia es la de arrancar una buena sonrisa, el drama debe aspirar a conseguir el momento emotivo y mantenerlo a lo largo de la proyección. "Guacho", ese hijo que no lo es de sus padres oficiales, lo consigue plenamente sin, contra todo lo que pueda parecer, recurrir a la sensiblería barata a la que el tema podría prestarse.
Basada, se supone que libremente, en un relato de Concha Espina, la historia nos presenta un triángulo amoroso entre un hombre "duro" y dos mujeres, la oficial y la de un pasado muy reciente que le le dan un hijo al mismo tiempo, uno "fuerte" tal y como él desea y el "débil" que por esas cosas de la mezquindad humana, se convierte en la víctima que tan necesaria es a esa estupidez.
Todo gira alrededor de una actriz "carismática", Tita Merello, que tal vez pueda resultar algo gesticulante, pecado muy común es otras muy valoradas, pero que expresa perfectamente sus sentimientos y consigue, que es de lo que se trata, hacer creíble una historia que de por sí y en su momento ya lo era.
Una película en fin, un melodrama trágico, que merece figurar entre los mejores de un género que ha dado muy buenas piezas a la pantalla.
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