lunes, 29 de octubre de 2012



                                                  
                                                  LA FAUNA IBERA     LA MOSCA C



El hacedor o fabricante de la especie humana, fuese quien fuese, debió pensar en el momento en que se decidió a esparcir la semilla en este planeta que en el mundo tenía que haber de todo y tal vez por eso, quizá pensando, que no está mal, que si todos fueran perfectos podría llegar a ser, como nos contó aquel novelista inglés en un libro de mucho renombre, muy aburrido; pues tuvo la feliz dea de colocar en él a unos cuantos que hicieran cosas buenas, inventores, médicos, artistas, otros muchos para consumir su obra ya que es sabido que si no hay quien, esta no tiene razón; algunos perversos para destruirla y otros tantos que como misión solo tienen la de molestar que dicho sea de paso y valiendo la resonancia, pueden llegar a resultar muy molestos.
              Aparecen constantemente en la vida cotidiana, te llaman por teléfono para darte el día, te buscan para contarte algo que no quieres oír y, cuando quieres quitárterlos de encima, insisten e insisten porque si no lo consiguen sienten en su interior como si su existencia no tuviese razón de ser. No necesitan en muchos casos hacer nada porque lo consiguen solo con su presencia, lo cual debe ser la causa para que, conscientes de ello, también lo hagan con sus actos. Se limitan a ser molestos pero no llegan a ser peligrosos a no ser, como es el caso, de que consigan revestirse de algún tipo de poder. ¿Quien no ha tenido en su trabajo a un compañero de ese tipo que cuando lo ascienden unos escalones se venga de los que pueden hacerle sombra, deshaciéndose de ellos? ¿Cuantos jefes o gobernantes han destruido una empresa o  todo un  país, eliminando a cualquier elemento válido para brillar por sí solo y parecer que es menos estúpido e inútil de lo que es? A que os suena. Pues bien: estos personajes, moscas cojoneras se llaman en el más castizo de los léxicos, aparecen de vez en cuando, curiosamente en épocas críticas que es cuando saca el aguijón el cobarde y el mezquino para intentar sacar tajada de la situación y de paso destruir algo que, con más o menos defectos pero salvables, estaba mucho mejor que lo puede construir un personaje de tan baja enjundia.
                     Así como la vida corriente, la Historia está plagada de ellos; la estupidez humana, esa mayoría domesticable,  convierte a algunos  en héroes pero otros y esperamos que ocurra con este, acaban descubiertos en su autentica idiosincrasia y abucheados y denostados en la plaza pública, el ágora, como corresponde a semejante canalla, u consigue con sus actos
                    Un personajillo ridículo, con pinta galán malo de película antigua, aquel que se pasaba roda la historia acechando a la damita y amargándole la vida al protagonista, de presencia repulsiva como corresponde a tal carácter, nos ha salido, entre otros pues no es el único, a los españoles como si fuera un grano purulento en sálvese la parte que, además de molestando porque las circunstancias se lo permiten, no deja de ofender no ya solo con su presencia que es que es bastante, sino también de hecho y de palabra sin el menor recato ni el más mínimo respeto a nada ni nadie, es como el niño malo de una familia, que siempre es el más tonto, que amarga la vida a todos sus componente y  consigue con sus actos que el papá y la mamá y hasta la abuelita, esta y una prima tonta  a veces se ponen de su parte, se desvelen en la noche recordando sus fechorías y su maldad.
                    Si no digo el nombre del tipejo, ya el colocar la fotografía y recordar su imagen es suficiente, no es por otra cosa que no sea la repugnancia que me produce el hacerlo y el hecho de que un  fatasmó carnaval de barrio bajo decida por su cuenta y riesgo que quiere quitarnos una parte de nuestro país. Sin salir con conclusiones de historia que no se trata de traer a colación porque ya sabemos que esta se manipula y trastoca según la conveniencia, de lo cual sabe bastante el sujeto, pero sí de geografía que esa manda más y la península que se llamó ibérica desde siempre a la que los romanos llamaron  Hispania y los árabes, según parece por motvos de pronunciación, convirtieron en España está muy bien como está y no queremos sus habitantes que ese botarate, pequeño Hitler pueblerino, nos quite a Gaudi a Gimerá, Victoria de los Ángeles, esta era charnega, Mary Santpere y no nos deje cantar en Navidad o ciando nos plazca el cant dels ocells. Y no que queremos, sencilla y llanamente potrque no nos da la gana.

viernes, 26 de octubre de 2012



                                               lA FAUNA IBERA      PEDRO RUIZ



Estoy convencido de que Charles Darwin, antes de decidirse a lanzar su teoría sobre los orígenes de la especie humana, había conocido a algún personaje con las características físicas de  este del que aquí se trata y que eso fue lo que, viendo la poca evolución, le sugirió la idea de hacerlo, teniendo en cuenta que la herencia genética es precisamente en la faceta física en la que se manifiesta.
              El personaje en cuestión, uno de tantos que pululan las calles del mundo pero sin darse a conocer, es famoso o célebre porque en un momento determinado tuvo cierto éxito en la televisión, un medio para el que precisamente y con las consabidas excepciones que confirman la regla, es harto conveniente presentar unas características parecidas; son miles los nombres que a lo largo de su historia, desde un Jesús Hermida hasta ese tal Vazquez que emborrona ahora todo lo que toca en una cadena de mucha audiencia, han formado las listas de pequeños monstruos que, de una manera fácil, metiéndose en las casas  de la gente gratuitamente, consiguen una notoriedad que de otro modo, a fuerza de mérito, les hubiera sido imposible.
              El éxito los envanece y algunos, los más torpes, llegan a creerse hasta importantes; todos acaban cayendo, unos más otros menos, intentando mantenerse de la forma que sea y algunos, como el que aquí se trata, intentando sacar partido del falso mito que se forjó en sus tiempos esplendorosos y de gloria, lo del "genio" intelectual, ingenioso y trascendente.
              Todo mediocre, a no ser que sea excesivamente obtuso, es consciente de sus carencias, siempre lo he creído, tratando de disimularlas bien rodeándose de gente inferior a ellos, bien intentando ser "original", diciendo una serie de sandeces y boberías sin saber, su cortedad se lo impide, que el que es de verdad diferente, no solo no hace alarde de ello sino que intenta disimularlo porque conoce los problemas que ello puede acarrearle.  El fantoche, que ya no tiene cabida en su hábitat soñado, la televisión masiva, perdiendo el culo por salir en ella, se presenta en cualquier cadena, o emisora, de esas muy politizadas y de las que en otros tiempos hubiera renegado pero, eso sí, dejando muy claro que él no tiene ideas políticas ni cree en nada ni en nadie ni en si mismo con lo que consigue que algunos le rían la gracia porque, desgraciadamente, son muchos los que están dispuestos a creer, sobre todo aquellos que no tienen muy buena relación con el espejo, que para ser listo, inteligente y maestro hay que tener una cara de esas que te hacen cambiar se sitio cuando se colocan frente a ti en el metro.